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El intrigante pasado del castillo de Maluenda

El intrigante pasado del castillo de Maluenda

viernes, 19 de septiembre de 2014

Modificado de ABC. El castillo de Maluenda, en la comarca de Calatayud, es uno de esos escenarios protagonistas de las intrigas medievales entre reinos. Sus ruinas aún desprenden los ecos de una reunión secreta que acabó en boda pactada, pero fallida, entre la hija del rey Jaime I de Aragón y el infante castellano Enrique, hijo de Fernando III de Castilla y hermano de Alfonso X el Sabio.

La historia se entremezcla con leyenda en un relato que enriquece el presente de unos restos fortificados que luchan por su conservación y que acaban de ser declarados Conjunto Histórico por el Gobierno Aragonés.

Fue a mediados del s. XIII cuando el rey aragonés Jaime I se cita en secreto en el castillo de Maluenda con el infante castellano Don Enrique. La motivación: el interés de Jaime I por trabar un frente contra Alfonso X El Sabio en plena pugna territorial y de poder de los dos principales reinos peninsulares. El rey de Aragón vio en el infante Don Enrique un aliado y éste se dispuso a serlo. Para sellar la alianza se alcanzó un pacto matrimonial por el que Jaime I daba la mano de su hija Constanza de Aragón al infante castellano.

Pacto incumplido

Pero los equilibrios de poder, las intrigas familiares y los acontecimientos hicieron que el pacto se truncara. El lío de familias era de órdago: el pulso se centraba entre el rey aragonés Jaime I y el castellano Alfonso X, y eso que éste último estaba casado con Violante, otra de las hijas del monarca de Aragón. A su vez, cuenta la leyenda que ésta rabiaba por la belleza de su hermana Constanza y que no escatimaba esfuerzos para perjudicarla. Y puesta a fastidiar también intervino para evitar que Constanza se casara con el Infante Enrique. Entre ambos, dice la leyenda, que no sólo iba a haber un matrimonio pactado sino una pasión amorosa compartida. Se rumoreó incluso que, tras haberse conocido a raíz de la reunión secreta, Constanza y el infante castellano consumaron sus amoríos e incluso se habían casado en secreto.

El caso es que, al final, entre unas cosas y otras, la infanta aragonesa Constanza y el infante Enrique no pudieron unir sus vidas. Jaime I cambió de criterio y pactó posteriormente que su hija se casara con otro infante castellano, Don Manuel, hermano de Enrique.

Una boda armada

La boda entre Manuel y Constanza se celebró en Calatayud en 1260. Y se dice que había tanta tensión que, temiendo que el infante Enrique se plantara ante la iglesia con sus fieles espada en mano, la boda se ofició con una amplia guardia real rodeando el templo.

Ese es el relato de un episodio de intrigas de los muchos que florecían entre los reinos medievales. Y un escenario clave de aquel pasaje fue la reunión secreta en el castillo de Maluenda, localidad que también sufrió de lleno las disputas y batallas entre los reinos de Aragón y de Castilla. De hecho, entre los años 1363 y 1366, Maluenda perteneció a la Corona de Castilla y durante aquellos años fue gobernada por el alcaide Ferrán Gómez de Zaos.

Origen islámico

Maluenda, población estratégica por estar enclavada en un cruce de caminos dominando los valles del Jiloca y del Perejiles, era una plaza disputada en los pulsos entre ambos reinos. Y ya en tiempos de la dominación musulmana tenía un valor político de relevancia. De eso quedan, como muestra, las ruinas de un conjunto fortificado. Las que se conservan remontan sus orígenes, como mínimo al siglo X. Aunque lógicamente con el paso de los siglos se fueron modificando y ampliando.

Todos esos restos son los que ahora han sido protegidos legalmente por la Administración Autonómica, declarados Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Conjunto Histórico.

Este recinto fortificado de origen musulmán consta actualmente de varios restos de relevancia; las ruinas de lo que fue su castillo; lo que queda de la torre vigía de Torrecilla; las ruinas de la iglesia de San Miguel, que se edificó diseñada también para cumplir las funciones de fortaleza; la Torre Albarrana, una espléndida atalaya restaurada por la iniciativa privada en los últimos años y los restos de la puerta que daba acceso al recinto amurallado.

La declaración como Conjunto Histórico supone un apoyo a la conservación de los restos de este recinto fortificado, necesitados de inversiones para evitar que se pierdan y ponerlos en valor turístico cultural. En los últimos años se ha empezado a actuar con la consolidación de restos arquitectónicos, que en algunos casos presentaban peligro de desprendimientos.

 

 


 

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